domingo, 12 de febrero de 2012

Acabo de terminar de leer "Los tipos duros no bailan" de Norman Mailer y lejos de ofrecer una opinión sobre la obra, que en todo caso resultaría fuera de lugar, carente de interés y enormemente positiva, surgen reflexiones enlazadas con la realidad galopante. En concreto, me planteo, como de la lucha por la supervivencia, surge en ocasiones una carencia absoluta de correspondencia entre la imagen que proyectamos y lo que realmente somos.
Y así el otro día viendo las noticias, me vino a la mente el título de esta novela. Estaba viendo la manifestación a favor del juez Garzón y pensé lo poco que apartamos las ideas políticas cuando establecemos un juicio, y teniendo en cuenta la ausencia de separación entre ideas políticas y partidismo, me pareció aterrador. Sin malinterpretaciones por favor.

Los corruptos son corruptos, y no son derechas o de izquierdas, del PP o del PSOE (que no es lo mismo que lo anterior), son sólo corruptos. Y el ejercicio de las acciones que conlleva este término los separa de cualquier idea política y debiera separarlos de cualquier partido democrático. Por eso no entiendo, que los "seguidores" de uno u otro partido se indignen con el partido opositor cuando sale  a luz un caso de corrupción, y lo atañen a las ideas políticas y no al crimen. ¡Pero si sus arcas están llenas de ellos señor! Culpemos al corrupto y a la corrupción y no lo utilicemos como arma arrojadiza interciudadana, como siempre, confundiendo el enemigo.

Hace relativamente poco, uno no sabe como acepta de bien o mal el paso del tiempo, me indignaba con la noticia de la liberación de Camps y "compañía". Me asusté al pensar que se trataba de un jurado popular y me detuve cavilando que podía haber ocurrido, perdí el tiempo; pues aún transmitiendo mi duda, a mi también indignado entorno, no llegué a ninguna conclusión. De nuevo la justicia me engañaba al mostrarse como instrumento de sensatez y protección. Tiene la habilidad de confundirnos y el atrevimiento de encararnos. Mi indignación aumentó cuando observé a ciertos sectores del PP aplaudiendo la sentencia y aludiendo  a la justicia para amparar lo racional de ésta. Será que en otras ocasiones cuando se han mostrado en contra de algunas decisiones judiciales, no se trataba de justicia y llegan ahora a esclarecer nuestras nubladas mentes. Y será también que la información que los medios nos han mostrado antes y durante el juicio eran papel mojado. Y será que el juicio no parecía un espectáculo de burlesque.

Es cierto que no entendí nada. Tampoco entendí qué ocurrió exactamente en el juicio de Marta del Castillo.  Ni entendido muchas otros casos de corrupción de altas y bajas esferas del PP y del PSOE. No comparo casos, es frívolo e inconcluyente. Sólo intento, torpemente, transmitir que los fallos judiciales fallan, que suceden cosas inexplicables entre cuatro paredes que si hablasen no siempre sería con objetividad y cordura. Debiéramos posicionarnos contra lo que está fallando y no dilatar las diferencias existentes entre ciudadanos con distintas ideas políticas. Somos siempre quienes perdemos.

Así, hace aún menos tiempo, me sorprendo con la sentencia contra el Juez Baltasar Garzón. Pero verán, no me enfada que lo investiguen o lo inhabiliten, lo que me molesta es que quienes cometieron el mayor error, quienes de forma consciente delinquieron y afectaron de forma directa al ciudadano, estén hablando del mal rato que han pasado en lugar de estar pasándolo.
Pero lo que no entiendo, son aquellos comentarios que hablan de una justicia derechista, aludiendo con inconveniencia al franquismo, y a una izquierda desprotegida. El juez Baltasar Garzón ha sido y sigue siendo un gran juez, a quien debemos agradecer la valiente lucha contra el terrorismo y el narcotráfico. Pero ¿puede ser que se haya equivocado?. Quizás sus acciones no nos afecten directamente, ni vulneran ninguno de mis principios o sensibilidades. Sin embargo, ha vulnerado los derechos de quienes no dudaré en llamar criminales. No es la defensa de estos señores lo que me lleva  a decir esto, es la defensa de lo que está bien y está mal, de lo que se puede y no se pude hacer. Tuvo esas escuchas en su poder durante un mes. Conocía detalles de la estrategia de la defensa, y eso perdonen, es trasgredir el derecho de protección de los imputados. Puede equivocarse, puede dejarse llevar por el impulso de demostrar la culpabilidad de quienes son culpables, pero es un error, puesto que es un instrumento público, y estos funcionan cumpliendo la ley de la misma forma y con los mismos mecanismos para todos.

No confío en la justicia lo que debiera, tiene fallos de colapso por embotellamiento y de falta de independencia; pero esto funciona para los dos grandes partidos, de igual forma y con los mismos posibles beneficios.

Una noticia me alegró y aún me dura esta dicha, y fue la iniciativa para la despolitización de la justicia. Necesaria y sobre todo JUSTA.

Con todo esto, abogo por la objetividad, por la búsqueda de los principios naturales. El partidismo te lleva  su terreno, donde nada es lo que parece, donde las ideas se difuminan y aparecen los intereses y los proyectos difamatorios. Conozco a gente de derechas solidaria y tolerante y a gente de izquierdas que no lo es, conozco a gente de derechas alejadas de la sensatez y el raciocinio y a gente de izquierdas repletos de ambas. He visto a corruptos de ambos partidos salir a la calle sonriendo, y a ciudadanos tirando piedras en el tejado en el que se resguardan.

Estoy orgullosa de la protesta ciudadana en las calles, lo he visto hace poco con Marta del Castillo. No entiendo la lucha ciudadano-ciudadano, ideas políticas-ideas políticas. El discurso de una derecha franquista y de una izquierda incoherente y perezosa, me resulta abrumadoramente fácil, gratuito y sobre todo, falaz. Enfrenta al ciudadano y no cambia los verdaderos problemas, situados en unos políticos acomodados y en una justicia que tiende a decepcionar.

Y la cosa es, que ellos están a salvo pero nosotros no, siempre salimos a la pista. Ellos tienen el discurso preparado: "Los tipos duros no bailan".

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